jueves, 14 de abril de 2011

Texto Subrrealista

Yo y mi clase estábamos en un campamento y una de sus actividades era el senderismo. Estábamos caminando por el bosque mientras que una de las monitoras nos decía cada tipo de planta que encontrábamos. Yo y Jessica nos apartamos del grupo y descendimos un pequeño barranco, allí nos encontramos un castillo de la Edad Media. Quedamos asombradas y lo observamos durante tiempo, pero, algo interrumpió nuestra observación. Un vikingo desde arriba de la montaña, había lanzado un hacha con tan mala puntería que no nos dio en la cabeza; sin embargo descubrimos que no nos quería dar a nosotras sino a otro vikingo que estaba en la torre con un arco y flechas. Se batieron en un duelo, Jessica y yo salimos corriendo buscando el grupo, pero no lo conseguimos encontrar. Lo que sí que encontramos fue a un árbol de helados, dentro estaba hueco por lo que comimos y pasamos la noche dentro de él. Por la mañana al amanecer, nos despertó un lobo acompañada de una hada. El lobo empezó a aullar y nosotras queríamos salir de ese árbol e irnos, pero no sabíamos por dónde salir ya que el árbol solo tenía una entrada y salida. La hada nos calmó y nos tradujo lo que quería el lobo, nos decía que ese era su hogar y que hacíamos allí, le explicamos el por qué y le dijimos que queríamos irnos a casa. Él nos acompañó hacia un río morado y nos empujó. No podíamos nadar, el agua nos tragaba, aunque después en el fondo no había suelo, sino que conectaba con un mundo lleno de hadas, duendes, elfos, sirenas... incluso dragones. El mar era de algodón de azúcar, la hierba de regaliz, las piedras eran galletas, el arco iris de gominolas de colores. Era un mundo totalmente de fantasía, ¡tenía tanto color! Nos hicimos amigos de muchos de las criaturas y nos dieron una foto de oro como recuerdo de ellos. Luego nos llevó uno de los dragones hacia el cielo, y nos encontramos otra vez con el agua morada del río. En cuanto salimos vimos al lobo y a su compañera la hada. Nos fuimos para su refugio, el árbol de helados, allí descansamos un poco y comimos algo para recuperar energías. Al cabo de unas horas el lobo nos indicó el camino de vuelta al campamento, y entonces contamos a nuestros amigos la aventura que tuvimos y nos fuimos para nuestras casas.

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